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Los pies calientes, la cabeza fría
Los pies calientes, la cabeza fría

Los pies calientes, la cabeza fría

Calefacción por suelo radiante: el confort que no se ve, pero se siente

Autor: Redacción Re_Magazine - Tiempo de lectura: 5 min.

La idea de calentar el suelo por diversos procedimientos para que este distribuya uniformemente el calor por la estancia es muy antigua; sabemos, por ejemplo, que ya los nobles romanos la utilizaban en sus termas y en sus domus. Pero es en los últimos años cuando, gracias a los avances tecnológicos y el desarrollo de nuevos materiales, el suelo radiante se ha convertido en el sistema de calefacción de mayor eficiencia energética y en el que aporta un nivel de confort más elevado al usuario. ¡Ah, y ahora está al alcance de todo el mundo!

Los radiadores tradicionales han estado tan presentes en nuestros hogares durante décadas que prácticamente hemos dejado de percibir su presencia. Están ahí, pero no los vemos. Sin embargo cuando lo hacemos, cuando por lo que sea reparamos en ellos, no podemos negar la evidencia de que son elementos bastante aparatosos y más bien feos. Pero es que, además, son dispositivos muy poco eficientes.

El suelo radiante aporta ventajas que suplen las carencias de los radiadores tradicionales. En términos generales, viene a ser un gran radiador tendido bajo la solera. El agua caliente procedente del generador recorre un sistema de tubos desplegados por toda la superficie de la vivienda y, al hacerlo, transmite su temperatura al pavimento que los recubre. Este, a su vez va liberando el calor de forma prolongada y, sobre todo, uniforme. Es un sistema sencillo, pero la lista de sus ventajas es extensa:

Aerotermia y suelo radiante: Un modelo de eficiencia

Sin duda una de las virtudes más remarcables del suelo radiante en una época en la que los precios de las energías traen a todo el mundo de cabeza, es su altísima eficiencia energética. Esto tiene mucho que ver con la temperatura de impulsión, que no es más que la temperatura a la que circula el agua por el interior de un circuito radiante basado en agua. En el caso de los radiadores de toda la vida, este agua debe calentarse hasta cerca de 70º para poder calentar correctamente una vivienda (suponiendo que los radiadores estén bien distribuidos y dimensionados). Con un suelo radiante, en cambio, basta con hacer circular el agua a entre 35º y 45º para conseguir el efecto deseado. Ni que decir tiene que esta particularidad tiene un reflejo directo (y medible) en el consumo.

salon con suelo radiante

Además, el hecho de que el suelo radiante requiera una temperatura de impulsión menor lo convierte en el aliado perfecto del generador más eficiente del mercado: la bomba de calor. Es aquí, cuando ponemos a trabajar juntos a ambos sistemas (aerotermia + suelo radiante), cuando los ahorros rondan el 65%.

Pero, claro está, la cosa no acaba en la eficiencia, ya hemos dicho antes que la lista de ventajas este sistema era extensa.

Una cuestión de confort

Dejando a un lado su eficiencia y los ahorros que se derivan de ella, hay otra característica que sitúa al suelo radiante por delante de todos los demás sistemas de calefacción; algo quizá más intangible que la reducción del gasto reflejado en una factura, pero mucho más importante: el confort.

Para entender por qué este sistema aporta un mayor nivel de confort, antes hay que saber cómo funcionan los radiadores tradicionales, el suelo radiante e incluso nuestro propio cuerpo.

Un radiador tradicional, de los de toda la vida, solamente calienta la capa de aire en contacto con su superficie. Este aire caliente, al ser más ligero que el aire circundante, se eleva hacia el techo de la estancia y se acumula allí, de donde poco a poco será desplazado por más y más aire caliente suministrado por el radiador. Así, cada vez hay más calor acumulado en la parte alta de la estancia y, a medida que ese volumen crece, el nivel, la "frontera entre el aire frío y caliente", por decirlo de algún modo, va desplazándose hacia abajo.

confort suelo radiante

Es por eso que se suele decir que los radiadores calientan de arriba hacia abajo, porque percibimos antes el calor en la cabeza que en los pies. Y es un hecho conocido por todos que tener la cabeza caliente y los pies fríos no resulta en absoluto confortable.

Por si esto fuera poco, otro problema añadido de los radiadores tradicionales es su deficiente distribución del calor. Un pequeño experimento con un termómetro demuestra enseguida que es imposible conseguir una temperatura uniforme en toda la casa. De hecho lo normal es que haya diferencias notables en pocos metros, a medida que nos acercamos o alejamos de algún radiador.

El suelo radiante, en cambio, no presenta ninguno de estos problemas. Al estar distribuido por toda la superficie de la vivienda, el reparto del calor es absolutamente uniforme. Pero sobre todo, este sistema calienta de abajo hacia arriba, lo cual nos proporciona una gran sensación de confort.

Además, al contrario que con los radiadores, basados en el calentamiento de un metal conductor que, a su vez, calienta el aire circundante, el suelo radiante se basa en el calentamiento del pavimento, es decir, de una capa mineral de gran inercia térmica, capaz de "cargarse", de acumular el calor y de liberarlo lentamente y a lo largo de mucho tiempo. En términos prácticos, esto se traduce en que no hay cambios bruscos de temperatura ni necesidad de andar apagando y encendiendo el generador. Y no tener que estar constantemente pendiente del termostato también es confort.

La otra cara no tan positiva de la inercia térmica del suelo radiante es que tarda un poco más que otros sistemas en calentarse, pero se puede solucionar fácilmente instalando fancoils conectados a la misma bomba de calor que el suelo radiante. Otra ventaja destacable del suelo radiante es su capacidad de funcionar "al revés", es decir, como suelo radiante refrescante.

Suelo radiante o radiadores: Mucho más que estética

Comparar un sistema de radiadores con un suelo radiante, en términos de estética, no es algo que tenga mucho sentido. Sabemos que los radiadores no son precisamente bonitos, pero es que el suelo radiante ni siquiera se ve. ¡Es como comparar algo feo con algo que, aparentemente, ni siquiera existe!

Sin embargo, lo cierto es que escoger uno u otro sistema puede llegar a tener una gran influencia en la decoración de una casa. Los radiadores tradicionales no sólo son elementos con los que hay 'convivir' a la hora de decorar, son, además, piezas que a veces obligan a decorar las estancias de una forma determinada. Y es que un radiador no debe estar nunca demasiado próximo a un sofá, una cama, o cualquier otra zona en la que pasemos muchas horas.

Ignorar esta norma puede hacernos la vida bastante poco confortable en invierno, pero respetarla nos obliga a observar ciertas normas de distribución que no necesariamente tienen que casar con nuestros gustos. Y ¿por qué iban a dictar los radiadores dónde debo poner la cama?

Eficiencia, confort, comodidad y estética. Son bastantes elementos de peso como para negar que los radiadores son historia; el futuro está en el suelo radiante. O tal vez deberíamos decir "presente", pues la aerotermia y el suelo radiante está cada vez más presente en viviendas reformadas o de nueva construcción.